jueves, 18 de septiembre de 2014

Sognefjord Día 08. Hella - Fresvik (31 de mayo 2014, 34 km)


La verdad es que no vengo haciendo mucho caso a la previsión de la meteorología en estos últimos días; cuando me paro a cruzar unas palabras con los paisanos me dicen que el tiempo está siendo francamente bueno a lo largo de esta semana, y que seguirá así un par de días más, para luego alternarse con cielos nubosos y aguaceros primaverales. Así que después de recoger el campamento embarco mirando sonriente la despejada mañana. Nada me hace sospechar que al salir del Fjaerlandfjorden se va a montar una ventolera de apretar los dientes y no parar de remar hasta conseguir alcanzar un lugar resguardado del viento.


La ventolera se hace palpable cuando empiezo a entrar en mar abierto, justo al divisar la línea de ferries entre Hella y Dragsvik. Rebasar el trayecto de los ferries se pone emocionante porque justo al pasar junto al muelle de Hella zarpa el barco que estaba allí amarrado sin percatarse de mi minúscula presencia y tengo que quitarme de enmedio zarandeado por una mar bastante nerviosa. Lo siguiente ya es buscar un refugio para estirar las piernas, y lo encuentro en un pequeño muelle. A partir de aquí navego con el viento a favor que sopla bien fuerte de poniente. Sigo avanzando un rato pegado a la orilla norte y paso delante de una enorme cascada.


El aire afloja un poco y el oleaje empieza a estructurarse, formando un divertido mar de viento. Aprovecho entonces para enfilar el lado opuesto del fiordo ayudado por el viento y la corta y rápida ola que empuja de popa.

Divisando la orilla sur del Sognefjord
La distancia que recorro en diagonal rumbo sureste será de unos 7 kilómetros, y no tardo más de 40 minutos en completarla. La primera media hora voy surfeando las pequeñas olas, que no es que mi kayak sea ideal para las surfeadas, pero con el mar favorable y un poco de maña y constancia para empopar las olas, coge velocidades muy buenas. Cuando ya estoy cerca de la orilla sur despliego la vela y la velocidad se dispara, un gustazo que dura unos diez minutos, porque el viento empieza a flojear y tengo que plegarla de nuevo. No me queda mucho hasta Fresvik, una hora más de paleo sin "ayuda externa" y me planto allí, justo a tiempo para comer en el muelle.


Con la ruta diaria terminada en mucho menos tiempo del que esperaba, me queda la tarde para dar un paseo por el pueblo y algo de los alrededores. Y a eso me dedico después de comer, recoger bien el kayak y disponer mi equipo en un lugar cómodo para luego acampar.


El muelle durante los meses más soleados y calurosos de verano es un área muy concurrida para tomar el sol y bañarse.


La iglesia es del año 1881, construida en madera.


Hacia el oeste desemboca un río y a las afueras del pueblo hay un par de factorías agrícolas.



A la vuelta monto la tienda y paso el resto de la tarde leyendo. 

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